James Ingram: Alma, corazón ... y voz

El retorno de uno de los grandes vocalistas de la música soul, tras un período de letargo en cuanto a publicación de discos de 10 años, no puede dejar indiferente a quienes, como a mi, le gusta la música soul y las buenas interpretaciones hechas con el alma y corazón. Y ese es el caso de James Ingram, un músico que se ha hecho a sí mismo, con un aprendizaje musical provienentes del Soul / R&B. Con su música ha sabido dar al género soul ese toque pop comercial de los ochenta, consiguiendo gran éxito en años pasados.

Gran instrumentista, capaz de tocar la guitarra, el bajo, la percusión y sobre todo el piano con gran maestría, llegando a acompañar a Ray Charles y Leon Haywood en sus giras, y aunque no se ha prodigado en discos, nunca ha parado de trabajar y colaborar desde sus comienzos hasta hoy en día, bien componiendo, tocando o con musicales para teatro. Sus comienzos fueron allá por el comienzo de la década de los setenta, como parte de como parte de la banda Revelation Funk, compaginándolo con la de cantante de estudio en Los Angeles. Sus buenas dotes vocales pronto consiguieron que el compositor y productor Lamont Dozier -integrante del famoso equipo Holland-Dozier-Holland que tantos éxitos produjeron al sello Motown- se fijara en él e invitara a participar en sus proyectos. Al igual que otro no menos famoso productor, Quincy Jones, su padrino musical con el que en 1982, consiguió sus primero Grammy como mejor vocalista de R&B, por su participación en el disco de Quincy de 1980, The Dude, donde participaba con dos canciones. Era el comienzo de una larga lista de nominaciones a los grammys -15 en total- llegando a ganar otros 2 más, entre ellos su maravillosa interpretación en la canción "Yah-Mo Be There" con otro gran vocalista al que ya le dedicamos un post, Michael McDonald, aunque no podemos olvidar tambien sus colaboraciones con grandes artistas de la talla de Patti Austin, Linda Ronstadt, Dolly Parton, Natalie Cole, Kenny Rogers, o Anita Baker y la co-composición de la canción "P.Y.T" dentro del exitoso thriller de Michael Jackson. Pese a todo eso su primer gran éxito más personal tuvo que esperar a 1989, con su tercer disco It's real, y su single "I Don't Have The Heart".

Ahora en este 2009 retoma el sonido más inspiritual asimilado de la herencia religiosa de su padre y nos presenta un álbum gospel. Su título es "Stand (in the light)", bajo el sello WEA y producido por Keith Thomas -tres veces platino en trabajos para Bebe y Cece Winans-, Jeremy Lubbock, Keith Andes y él mismo, contando ademas con la colaboraciones de Debbie Allen en su primera canción de presentación titulada "Mercy", donde queda plasmado su calidad vocal, capaz de buscar una salida al torrente espiritual interior y fluir cristalino y libre como arroyo montañoso. "Don't Let Go" es otra muestra más: melodías bien definidas, tiempos lentos con una instrumentación en un segundo plano, perfecta pero sin sobresalir, para dejar claro que este hombre con su voz es más que suficiente para completar en si mismo una canción. Una versión más de "Everything Must Change" del compositor Benard Ighner y que popularizara en su álbum debut Randy Crawford, de nuevo su gran canción "Yah-Mo Be There", para finalizar con la gospel "For All We Know", completando un trabajo de claro caracter espiritual. Si disfrutas con melodías salidas del interior del alma, te emocionas y se te pone la piel de gallina cuando una gran voz rompe las fronteras de los sentimientos, éste puede ser un disco que ocupe un lugar preferente en tu mesilla de noche mientras tratas de coinciliar el sueño plácidamente.

Leela James: Siempre la esperaré

Reconozco que en general los discos de versiones de temás clásicos nunca han sido de mi agrado. En pocas ocasiones siquiera igualan al tema original, salvo en honrosas excepciones apenas si aportan algo nuevo de interés y suelen ser un recurso fácil para quienes carecen de la creatividad propia necesaria para afrontar un nuevo proyecto musical.

Si a ello le sumamos el hartazgo ante el abuso que se ha hecho últimamente de esta fórmula quizá podáis entender que una mueca de excepticismo se dibujara en mi rostro al conocer que el sello Shanachie editaba Let's Do It Again, el segundo trabajo de Leela James. ¿Otro disco más de versiones que discurre por esos senderos de atonía creativa? La primera y grata sorpresa supuso conocer que entre la acertada lista de 11 clásicos seleccionados por la propia artista aparecían algunos títulos que no pueden ser considerados como tales. Concretamente me estoy refiriendo a temas como: "I Try" de Angela Bofill, "I'd Rather Be With You" de Bootsy Collins o "You Know How To Love Me?" de Phyllis Hyman. Además, compruebo con satisfacción que es Leela -con la asistencia de Ralph Kearns- quien asume las labores de producción del disco. Todo ello me asegura que al menos el trabajo tiene su interés puesto que en principio refleja el modo que tiene la artista californiana de interpretar estos grandes temas... para mi toda una garantía de compromiso con el sonido soul, el saber hacer y el buen gusto.

No es un disco redondo, pero si es un trabajo bien hecho con momentos de gran calidad. Como suele suceder en estos casos con más acierto en algunas versiones que en otras. En mi opinión, su versión de "Clean Up Woman" no puede hacerte olvidar el original de Betty Wright o "Baby I'm Scared of You" carece de esa diversión que procuraban Womack & Womack; imposible compararla con el padrino del soul James Brown en "It's A Man's Man's Man's World" -el primer single- o su versión de "Let's Do It Again" no alcanza las cotas de sensualidad del original de Mavis Staples. Por el contrario, uno de los momentos más sorprendentes del disco quizá sea la versión espiritual -casi gospel- del conocido éxito "I Want to Know What Love Is" de los Foreigner o una reposada versión del famoso "Missing You" de Rolling Stones. En todo caso, me gustaría destacar los magníficos arreglos instrumentales que en ocasiones tienen el valor añadido de encubrir los momentos menos brillantes del disco. Ha sido todo un gran acierto apostar por ese fantástico sonido orgánico en directo, al más puro estilo soul band, en la más genuina tradición de Atlantic y Stax Records. Uno tiene la impresión de asistir a la magia y la honestidad de una actuación en vivo de la propia Leela con su banda de músicos. No vamos ahora a descubrir su estupenda voz -a la vieja usanza del soul- que ya mostró en su primer trabajo, aunque mantiene momentos de brillantez, emoción e intensidad funky no llega al rango de grandes como Chaka Khan o Jennifer Holiday.

En definitiva, siempre resulta muy arriesgado hacer frente a versiones de temas de la vieja escuela soul, sólo invita a recibir constantes comparaciones con los originales que sólo se pueden resistir con un amplio rango de voz. Por el contrario, sus personales interpretaciones de temas menos conocidos de artistas como Phyllis Hyman y Angela Bofill o su nueva visión del tema de Foreigner constituyen las verdaderas aportaciones de "Let's Do It Again". Para los amantes del rnb más adulto resulta desalentador que hayan transcurrido cuatro años desde su disco de debut para disfrutar de nuevo del talento de esta vocalista, también es fustrante que no sea capaz de ofrecernos canciones originales después de tan larga espera. En todo caso siempre la seguiré esperando porque sin duda nos encontramos ante una de la pocas esperanzas del rnb sureño que aspira a contener las hordas de voces femeninas sin interés que dominan el panorama actual.

Clásicos del soul: Donny Hathaway

El artista clásico que vamos a comentaros en esta ocasión, es uno de esos artistas de los que me quedé prendado desde el primer momento que escuché sus primeras notas. Su espectacular voz desgarradora, llena de un soul-gospel, lamento y feeling, su espiritualidad y profundidad en las interpretaciones, su estilo clásico y elegante... era el mejor mezclando el gospel, el r&b y el jazz, todo ello hace de Donny Hathaway un referente en el soul.

Nacido en Chicago en 1945 y criado por su abuela -cantante de gospel con la que comenzó a cantar en la iglesia a la edad de 3 años- tuvo una educación musical con la que aprendió a tocar el piano, llegando incluso a rivalizar ni más ni menos que con Herbie Hancock por ser el mejor pianista de su ciudad, aunque abandonó la Facultad de Bellas Artes por la gran cantidad de ofertas de trabajo que le surgieron por su enorme talento. En un primer momento como compositor y productor -llegando a realizar proyectos para grandes cantantes de la época como The Staple Singers, Jerry Butler, Carla Thomas, Curtis Mayfield o Aretha Franklin-y, en una segunda etapa, también como gran vocalista tanto en solitario como en duetos.

Esta segunda etapa le llegó con la publicación de su primer disco en 1970, un trabajo para el sello Atlantic títulado "Everything Is Everything". Canciones como "The Guetto" -evocando a su niñez- no sólo mostraba sus cualidades de compositor y arreglista, sino que su extraordinaria voz y forma de cantar quedaban bien plasmadas. Aclamado por la crítica, nunca obtuvo un reconocimiento público acorde a sus cualidades, de hecho sus mayores éxitos comerciales fueron discos a dúo con su ex-compañera de clase en la Universidad, Roberta Flack, con la que consiguió un Grammy por la balada "Where Is the Love?". Sus felices comienzos no parecían presagiar una desdichada vida personal con depresiones nerviosas que lo llevaron varias veces al hospital, acabando su vida un 13 de enero de 1979 en la acera de un hotel de New York donde había estado viviendo. La puerta cerrada con llave por dentro, los cristales rotos de la ventana..., todo apuntaba -según la policía- a un suicidio tras arrojarse desde el decimoquinto piso.

Pero pese a los escasos años en activo y sus pocos discos editados, su legado y contribución al mundo de la música son irrefutables. Una hija que ha seguido sus pasos en el mundo de la música, Lalah Hathaway, y sus discos espectaculares y necesarios para alcanzar un clímax sensorial, casi místico e incomprensible diría... pero la música no hay que comprenderla, sólo escucharla y sentirla con el corazón, ya que pertenece a un lenguaje más allá de lo racional y humano. Y es que este hombre cantaba y sentía cada nota y estrofa de canción como nadie, "Someday We'll All Be Free", "I Love You More Than You'll Ever Know", "Giving Up", "A Song For You"..., son algunas de las increíbles canciones que este hombre ha ido dejando en esos álbumes, algunos de ellos en vivo, donde como si de un pacto con el diablo se tratara, iba cambiando su vida por canciones y grandes interpretaciones. Todo alma y sensibilidad, ¿Hay alguien capaz de resistirse a las tentaciones musicales de este hombre?.

Melinda Doolittle: Mientras el futuro llega

Melinda Marie Doolittle saltó a la fama el año 2007 cuando finalizó en tercera posición en la sexta edición del famoso programa de tv American Idol. Hasta ese momento, su carrera profesional como cantante no acababa de despuntar y se limitaba a trabajar haciendo voces para artistas como Michael McDonald, Kirk Franklin, Aaron Neville o BeBe & CeCe Winans entre otros muchos.

Desde su primera audición de prueba en Memphis (a la que se presentó por diversión con unos amigos) y durante los cuatro meses de duración del programa impresionó al jurado y al público con memorables interpretaciones de temas clásicos. "Increíble" o "simplemente asombroso" eran algunos de los adjetivos con que regalaron los oídos de la concursante. Aunque era la mejor voz del show no ganó, pero dejó su huella indeleble. No había duda de que había materia prima (su magnífica voz bluesy) aún faltaba el reto más difícil: aprovechar sus magníficas cualidades para convertirla en una artista con un estilo definido y reconocible. Al contrario que la mayoría de concursantes de estos programas no editó su disco de debut de manera apresurada tratando de aprovechar el tirón mediático. Una vez que grabó su aplaudida versión del clásico "My Funny Valentine" en febrero del año pasado, se dedicó a trabajar de manera intensa en su disco de debut bajo el sello discográfico Hi Fi Recordings. De la mano del productor Mike Mangini -nominado a los grammy y que ha colaborado entre otros con Joss Stone- se nos presenta a la artista con un sonido decididamente retro que combina distintos estilos próximos al sonido de los años setenta: desde los arreglos impecables de cuerda al estilo Philadelphia hasta el sonido del órgano tipo Charles Hodges (Al Green). En efecto en el track "Declaration Of Love" el oyente siente esa conducción de energía imparable que nos recuerda la electricidad ardiente de Tina Turner en sus primeros años. Mientras que en "Coming Back to You" o "Wonderful" se nos muestran los elegantes sonidos clásicos de R & B; "Dust My Broom" o "Walkin' Blues" que resuenan a funky y blues. Hay cabida también para las baladas con la cuidada producción y la exhuberante instrumentación del actual pop-soul como en los cortes "I'll Never Stop Loving You" o "Wonder Why", éste último con ciertos toques de jazz.

Grabado con un equipo de músicos en directo, a caballo entre Nashville y Nueva York, Melinda nos da cumplida muestra de su extraordinaria versatilidad y talento como vocalista. Desde la primera nota, la artista se retrata en cuanto a las influencias musicales de las más grandes (Gladys Knight, Aretha Franklin, Patti LaBelle) al mismo tiempo que reclama para sí los más altos honores de la escena musical actual. Lo que más me gusta de esta artista es la moderación con que utiliza su extraordinario instrumento vocal, dándole a la interpretación el tono e intensidad justa, renunciando a realizar continuas y absurdas exhibiciones vocales, tan habituales por cierto en otros artistas. El oyente intuye que la cantante es capaz de ir mucho más allá, pero que ésta tiene la generosidad de dar un paso atrás, renunciar al lucimiento personal para permitirnos degustar cada tono, cada nota... es decir nos permite escuchar la canción. En definitiva, con su innegable talento vocal -en mi modesta opinión una de las mejores nuevas voces que he escuchado en los últimos años-, Melinda nos propone a través de esta colección atemporal de 13 canciones un viaje de ida y vuelta desde los clubes de blues de Louisiana, pasando por las iglesias de Mississippi hasta los piano-bar de la ciudad de Nueva York. Sin duda un magnífico disco de début repleto de buenos temas, correcta producción y magnífica voz que no me ha defraudado. El único pero es que aún no tengo muy claro hacia donde orientará su carrera profesional en el futuro, porque en principio la casa discográfica ha preferido no arriesgar y ha apostado a caballo ganador... mientras el futuro llega disfrutemos de esta maravilla.


Marvin Sease: El poder del blues-soul

De nuevo nos encontramos frente a un artista que bebe de las fuentes de un soul sureño retro. Se trata de Marvin Sease, que aunque sus primeros trabajos discográficos se remontan a mediados de los años ochenta, sus inicios en la música se sitúan a finales de los sesenta, cuando apenas tenía veinte años.

Efectivamente, nacido en Carolina del Sur, la influencia de grandes mitos del momento como Al Green, Sam & Dave u Otis Redding fueron parte fundamental para que este hombre -que empezó cantando gospel con un grupo llamado "The five gospel singers"- encontrara su forma de dar rienda suelta a su energía interior a traves de un R&B cercano al Blues. Tras un peregrinaje por locales de baile y clubs underground, los circuitos rurales y festivales de blues consiguieron que la discográfica Polygram se fijara en él y expandiera su música, consiguiendo cierto éxito atrayendo público femenino a sus conciertos. A pesar de no tener el eco comercial de otros vocalistas coetáneos, Marvin Sease contribuyó a hacer resurgir el Blues en esta década de los ochenta. Con su sonido soul-blues o soul-sureño, temas como "Candy Licker", "Ghetto Man" pasaron a formar parte de las listas en las emisoras de radio blues de la época.

La publicación de su último disco titulado Who's Got The Power, a traves del sello discográfico Malaco -tambien culpable de ese resurgir del Blues en los ochenta-, nos presenta de nuevo a un Marvin Sease experto en el juego de las dobles intenciones, simbolismo y por que no decirlo, cierto toque extrafalario por su imagen, habitualmente rodeado de mujeres en las portadas de sus discos. Pero lo importante es el contenido, y en el interior del disco nos encontramos buena música soul que se balancea entre el blues y el funk. Temas lentos y rápidos van formando una tela de araña que te van atrapando y formando un álbum completo y acogedor. Asi podemos encontrar temas llenos de vitalidad y ritmo -muy al estilo funk de James Brown- como "Blues Town", "My Dog Won't Wark" o "The Power of Coochie", sonidos sureños provenientes de un soul profundo como "Gone On" -homenaje a los grandes vocalistas de la música desaparecidos- o "I'm Coming Home" donde introduce una conversación telefónica con su ex, altas dosis de sensualidad en "I Do Baby" hasta baladas muy al estilo Otis Redding en "Denying Our Love" y "I Love You".

Es cierto que no nos ofrece nada nuevo y original, que todo forma parte de unos sonidos y un estilo provenientes de años atrás, pero se agradece de alguna manera, que parte de la esencia de ese sonido que manifestaba las emociones y tristeza de unos hombres y mujeres desarraigados de su tierra para convertirse en esclavos, siga estando vivo hoy en dia y que el poder del blues-soul, canalizado a traves de este hombre, nos siga ofreciendo sentimientos y ritmos en forma de canciones.

Kevin Whalum: Emergiendo desde las sombras

Cualquier amante del smooth jazz relacionará inmediatamente el apellido "Whalum" con el famoso saxofonista Kirk Whalum, hoy sin embargo os traemos a Musicasoul a su hermano menor Kevin. Durante demasiado tiempo, una de las mejores nuevas voces del jazz había estado a la sombra de su hermano o en un segundo plano, colaborando como vocalista invitado en proyectos siempre liderados por otros artistas (Maysa, Joe Johnson).

No obstante su dedicación a la música era total. En efecto, a principios del nuevo milenio ya era un habitual cantante de sesiones en directo en las noches de Nashville. Después de muchos años de soñar, de cantar pero sin el protagonismo y el reconocimiento que su gran calidad vocal merecían, finalmente consiguió mostrarnos su enorme potencial editando su primer disco Timetable en el año 2003. Un excepcional trabajo escrito y producido por él mismo que se movía entre distintos géneros (aunque en clave gospel-jazz) con el único propósito de presentar a Kevin y su enorme talento al público en general.

Hemos tenido que esperar cinco largos años para que Kevin volviera al estudio de grabación y de la mano de grandes productores como George Duke y Rex Rideout (por éste último confieso particular admiración) nos presentó a finales del año pasado su trabajo Life To Love, aunque su distribución no ha sido efectiva hasta principios de este año. Su propuesta es una colección muy agradable de canciones en su mayoría originales (de los doce temas, siete han sido co-escritos por el propio Kevin) eminentemente soulful pero en clave vocal de jazz. El sello discográfico DoBizniss1st Music ha sabido rodearle de grandes profesionales como los músicos John Stoddard, Paul Jackson Jr., Lenny Castro o su propio hermano Kirk que moldean esa atmósfera jazz y de cantantes como Kenya Hathaway, Mark Kibble, Fred White y Lynne Fiddmont que aportan el necesario soporte vocal.

No resulta fácil la tarea de destacar temas puesto que es un disco sin fisuras, coherente desde el principio hasta el final. Aún así me atrevo a destacar cortes como "Wondermaze" que sirve como perfecta excusa para rendir homenaje a Stevie Wonder y Frankie Beverly nos lleva en un breve viaje de regreso a los festivales de música de verano de los años 70 y principios de los 80. la versión del tema "How Sweet It Is (To Be Loved By You)", el bluesy "I'll See You Around " o "Why" un dueto con la cantante Lynne Fiddmont que rezuma atracción sexual. El último track del disco "Softly & Tenderly" es puro corazón, está dedicado a su padre (fallecido en octubre del 2007). Nuevamente el trabajo pivota sobre los tres ejes fundamentales de su vida: dios, la familia y la música, es por lo tanto un trabajo orientado claramente hacia un público adulto, sin estridencias, sin atisbos de provocación... políticamente correcto pero artísticamente irreprochable.

Kevin está bendecido por una voz única, especial, capaz de crear un sonido que difícilmente podrás encontrar en otro artista. Es un auténtico malabarista de la voz, un gimnasta vocal con una habilidad innata y deslumbrante para expresar sentimientos y empastar su voz con la melodía. Definitivamente un gran disco si te gusta la música suave soulful, un trabajo que te reconcilia con una música que ya no es fácil de encontrar en las emisoras de radio y en el que no puedes ni pestañear un momento porque Kevin es pura expresión, en cada nota nos da muestras de su enorme sensibilidad con su particular perspectiva, con su propia paleta de colores. Afortunadamente vuelve a emerger a la superficie desde las sombras para compartir todo ese talento con todos nosotros... esperemos que esta vez sea para quedarse definitivamente.

Ruthie Foster: Blues por las venas

Con influencia de la vieja escuela del soul y el blues, Ruthie Foster es una de esas artistas que no te dejan indiferente. En el momento que empiezas a oir las primeras notas de una canción, te percatas que el blues corre por sus venas y que su voz es un flujo de fuerza que te lleva a épocas pasadas, cuando los campos de algodón era trabajados en exclusividad por personas de una misma raza.

Procedente de Texas y de una familia de cantantes de gospel, su vocación musical la llevó a matricularse en la universidad en ese campo. Pero antes de su dedicación a la música, tuvo un periodo de tres años en la marina de los Estados Unidos trabajando de mecánica de helicópteros en un primer momento. Llegando a compaginar esa labor con la de cantar con una banda de la marina para público de USA, Puerto Rico e Islandia, consiguiendo juntar sus mayores deseos, la música y viajar. Su dedicación en exclusiva para la música llegó en el año 1997, su faceta de compositora, su particular estilo híbrido de soul-blues y su voz -comparada a la de Aretha Franklin, Ella Fitzgerald e incluso a una versión femenina de Ray Charles- eran su pasaporte que la habría las puertas de par en par. ¡Y es que no hay cerradura ni llave que ponga fronteras a la música de esta mujer!. Ella es la sencillez y cercanía -carente de extrafalarias coregrafías y letras raperas entre estribillo y estribillo para enfrentarse al público-, natural como una fruta silvestre, ella sólo canta.

Ahora, tras un bagaje de más de 10 años y 5 álbums a sus espaldas, nos presenta The Truth According To Ruthie Foster. El disco se grabó en Memphis, en los legendarios estudios Ardent -habitualmente usado por Isaac Hayes y sus músicos- con parte del equipo de esta leyenda, todavía con la sangre caliente por su entierro. Con la producción de Chris Goldsmith (Blind Boys of Alabama, Charlie Musselwhite) la guitarra de Robben Ford (The Yellowjackets, Bob Dylan, Joni Mitchell), los teclados de Jim Dickinson (Rolling Stones, Aretha Franklin), al órgano Charles Hodges (Al Green, Ann Peebles) y el batería Rock Deadrick (Tracy Chapman, Ben Harper) como parte de un extraordinario equipo de músicos. La experiencia de Ruthie Foster se ha enriquecido y ha aproximado su sonido a un soul más actual, aunque la mezcla de sonidos sigue siendo abrumadora. Hay sitio para la vitalidad y ritmo del rock-blues en canciones como "Hangin on (You Keep Me)" y "Truth!", la tradición y poesía provenientes de sonidos country en "Joy on The Other Side" y "When it Dont Come Easy", la sencillez y cercanía del folk en "When it Dont Come Easy", el ritmo reggae en "I Really Love You" o la espiritualidad y el ardor de la música blues-gospel de "Tears of Pain". Si la música es un signo de vida y de identidad humana, con este disco Ruthie Foster nos hace más humanos y nos empapa con un arco-iris de música de diferentes estilos, pero con un denominador común, una voz poderosa y soul, junto a un blues que araña y nos marca el alma.

 
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